
Se abrieron sus ojos, el movimiento articuló sus miembros y su boca comenzó a articular palabras. Cada dios le concedió una perfección: Afrodita la belleza; Atenea la sabiduría; Hermes la elocuencia; Apolo el talento para la música y Zeus, Ades y Ares le dieron una caja muy hermosa, donde estaban encerrados todos los males de la humanidad, y que debería entregar a Prometeo en persona. Pero el titan, que era muy astuto, receló de los presentes de Zeus, ya que la enemistad entre ambos era manifiesta y nada soterrada, por lo que no quiso recibir ni a Pandora, y mucho menos a la caja. Para evitar un enfrentamiento mayor con los dioses del Olimpo, que se desataría si rechazaban abiertamente un presente tan "divino", decidió entregársela a su hermano Epimeteo, no sin antes advertirle de sus recelos y rogarle precaución.
Pandora ofreció a su espeso el regalo que Zeus le había otorgado, Epimeteo, quizá obnubilado por la hermosura de su esposa, olvidó la promesa hecha a su hermano y abrió la misteriosa caja, desatando todo los males que pueden afligir a la raza humana (enfermedades, guerras, hambres...) que se extendieron por toda la tierra. Cuando cerró la caja quedó en el fondo la esperanza, cuya huida pudo evitar. Por eso se ha dicho siempre que puede perderse todo, pero que la esperanza siempre prevalece en el espíritu de los hombres.